Descripción resumida
En la Fraja de Gaza existen alrededor de 1,3 millones de personas, de un total de 1,9 millones de habitantes, se encuentran en situación de inseguridad alimentaria. Un reciente estudio conjunto de 2019 del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas y Unicef alerta de que la amplia mayoría de los hogares (93%) de la Franja de Gaza no ingieren la cantidad necesaria de comidas ricas en hierro, aumentando así peligrosamente el riesgo de anemia; asimismo, la malnutrición es elevada entre las mujeres embarazadas (18%) y en las madres jóvenes (14%), lo que pone en riesgo la vida y el crecimiento de los nonatos.
La Franja de Gaza es apenas un pequeño territorio costero con una de las densidades de población más altas del planeta, que desde 2007 padece un durísimo bloqueo por parte de Israel, cercenando así cualquier posibilidad de desarrollo y de bienestar para sus habitantes. El resultado es que las condiciones de vida para la población gazatí son extremadamente duras y, por si todo esto no fuera poco, recientemente se ha sumado la amenaza de la pandemia provocada por el covid-19, con 61 casos confirmados y una muerte a finales de mayo de 2020. La pandemia amenaza con expandirse rápidamente, en un territorio densamente poblado y con escasas posibilidades de aislamiento y mantenimiento de la distancia social para su población, con la previsión de provocar repercusiones humanitarias catastróficas debido al débil sistema sanitario.
El 53% de la población de la Franja de Gaza vive por debajo de la línea de pobreza, y además el 39% se encuentra en situación de pobreza absoluta, viviendo con menos de 1,74 dólares al día. Esto ha sido resultado del empobrecimiento de la población, motivado fundamentalmente por el bloqueo practicado por el ejército israelí por tierra, mar y aire. Todos los sectores productivos con los que contaba Gaza 15 años atrás se han degradado de forma inexorable: la agricultura se encuentra limitada por la falta de agua potable, la falta de tierras y por las restricciones a las importaciones y exportaciones; la ganadería no puede contar con los materiales y técnicas necesarias para que siga siendo rentable para las familias; el sector industrial es apenas inexistente; la pesca, un sector que en el pasado era el medio de vida tradicional de muchas familias, se encuentra severamente reducido debido a las limitaciones de millas náuticas impuestas por Israel, lo que determina unas capturas pobres y exiguas; y el sector servicios apenas puede albergar a una pequeña cantidad de personas trabajadoras.
Actualmente, la supervivencia de alrededor de un millón de personas refugiadas de Palestina depende de la ayuda alimentaria que presta UNRWA, que es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo. Una comunidad de 5,4 millones de personas, casi la cuarta parte de la población refugiada del mundo. La población beneficiaria conoce UNRWA desde hace más de 70 años, siendo esta experiencia, una de sus principales potencialidades. Desde hace siete décadas, la Agencia ha sido la encargada de garantizar el acceso a educación, sanidad, ayuda humanitaria y servicios sociales a los refugiados y refugiadas de Palestina. Una población que vive acogida en Siria, Líbano, Jordania y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera una solución justa y definitiva a una situación tan difícil como injusta. El programa de ayuda alimentaria, en el que se inserta esta propuesta, es uno de los pilares de trabajo de la Agencia.
Gracias a la ejecución de este proyecto se adquirirán y distribuirán cestas de alimentos para contribuir a mejorar las condiciones de vida y la seguridad alimentaria de la población refugiada de Palestina en Gaza. Concretamente, se espera que aproximadamente 828 personas (de las que se estima que un 49% serán mujeres y alrededor de un 30% menores de 18 años) en situación de pobreza absoluta reciban dichas cestas de alimentos no perecederos que cubrirán, al menos, un 80% de sus necesidades calóricas y nutricionales diarias.