Proyectos de cooperación

En 1995 surgió la idea de conformar un colectivo para dar respuesta a una situación creciente y alarmante en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas: bebés recién nacidos abandonados en las calles y en el hospital de la ciudad. Ante la inexistencia de espacios de atención primaria para los bebés, y de una estructura pública para resolver el problema, nos ocupamos del cuidado de estos bebés. Paralelamente, hicimos gestiones ante autoridades del gobierno del estado de Chiapas para la adecuación de las leyes y elaboración de procedimientos eficaces para la atención y pronta adopción de esos bebés. Dada la lentitud de respuesta por parte del estado, y el volumen de recursos que implicaba la atención de cada bebé, decidimos ir a las causas del problema de los bebés abandonados, para enfocarnos en tratar de resolver desde la génesis estas situaciones. A raíz de las experiencias y las situaciones crecientes de los embarazos no planeados y bebés abandonados, en 1996 hicimos un ejercicio de análisis de la realidad a través de la metodología del marco lógico. Este análisis aportó una visión más clara sobre el contexto en el cual estábamos actuando, definiendo así el rumbo de nuestra acción. Como resultado, las acciones estarían enfocadas hacia las causas de los embarazos no planeados en mujeres en situación de pobreza y pobreza extrema, mayoritariamente indígenas, adolescentes y migrantes a la ciudad, provenientes de comunidades de la Región de Los Altos de Chiapas tsotsil-tseltal. En concreto, la población meta fueron las mujeres indígenas migrantes a la ciudad, quienes en un 60%, son jóvenes de entre 14 y 20 años. Las condiciones de precariedad que viven en sus comunidades de origen, es la causa fundamental por la cual migran; paralelo a la migración, ellas entablan relaciones afectivas con varones que también salieron de sus pueblos por la misma razón. De esa relación sobreviene un embarazo no planeado que resulta en el abandono de la responsabilidad por parte del varón. Es importante resaltar que estas jóvenes en su transición migratoria, (un porcentaje no menor al 40%), sufrían abuso sexual por parte de un familiar, un desconocido o su empleador. Como respuesta a sus embarazos, los padres o hermanos las expulsaban de la familia y casa, obligándolas a deshacerse del bebé como condición para poder regresar al núcleo familiar, poniendo en riesgo la salud e integridad de las mujeres y de los bebés (Hogar Comunitario-Análisis de casos 1995-1997). Finalmente, y considerando el contexto arriba descrito, en junio de 1997 se conformó la asociación civil, que da marco jurídico a las acciones que desde 1995 veníamos realizando en San Cristóbal de Las Casas con respecto a las mujeres migrantes. Al día de hoy, las características esenciales de la problemática que nos convoca no han variado sustancialmente y siguen siendo reproducidas en escenarios de pobreza, precarización y marginalidad, las mujeres migran para tener mejores condiciones de vida, pero en la ciudad, son violentadas por su etnia, edad, clase y por su género. Así mismo, esta condición de marginalidad, pobreza y vulnerabilidad resulta para ellas en una falta de estabilidad por la misma carencia de garantías para tener un curso de vida estable en términos de salud, en el ámbito laboral y social. Ante tal panorama, el Hogar Comunitario se ha dedicado anualmente a apoyar aproximadamente 200 mujeres que viven en los contextos anteriormente mencionados. Por medio de metodologías participativas, desarrollo de habilidades emocionales y capacidades para el auto empleo, las mujeres van forjando una forma de desarrollo autogestiva y autónoma, asumiéndose como sujetos de derechos y preparándose para lograr estabilidad emocional, y paulatinamente una vida libre de violencia. El enrutamiento de estas mujeres hacia su empoderamiento comienza con el cuidado al embarazo, les ofrecemos un Acompañamiento Integral que les permite llegar a un alumbramiento seguro y en las mejores condiciones emocionales y de salud. TRAMA (trabajando el arte manual para el auto-empleo) es una continuación a su proceso de autonomía y desarrollo de capacidades para el trabajo remunerado individual y en colectivo. Mientras que las madres se capacitan, atendemos a los hijos e hijas de las mujeres, a través del Espacio Infantil Las Orugas; donde, promovemos en las y los pequeños la sana convivencia y buenos tratos. Paralelamente, en Los Encuentros mensuales, desde hace 24 años, aportamos a las mujeres una oportunidad de crecimiento continuo para identificar las formas de violencia y erradicarlas de sus vidas. Así mismo, con el propósito de sensibilizar a la población de jóvenes, especialmente en zonas marginales de San Cristóbal de las Casas, el Hogar Comunitario ofrece cada año charlas y talleres de prevención de embarazos no planeados, violencia, infecciones sexualmente transmisibles, prostitución y trata de personas. También, colabora colectivamente con diferentes organizaciones, colectivos, centros de estudios e instancias de los gobiernos estatal y municipal, para lograr un alto impacto en las realidades de las jóvenes en contextos anteriormente mencionados, así como compartir nuestro modelo de acción en diferentes escenarios, colaborando e interactuando con otras organizaciones de la sociedad civil. El Hogar Comunitario, en este momento, está integrado por ocho mujeres, cinco de las cuales han sido usuarias de estos servicios, indígenas mayas tsotsil y tseltal, y que sus cuerpos conocen a fondo y encarnaron la problemática desde su propia experiencia, por lo que es su vocación romper con el ciclo de violencias, lo que, además aporta de manera diferencial y significativa, y funge como inspiración para las mujeres usuarias. El objetivo principal del proyecto es incidir en la disminución de la violencia hacia las mujeres indígenas mayas, tsotsiles y tseltales migrantes, en un contexto de embarazo no planeado y madres solas en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Por su parte, el primer objetivo específico es promover prácticas integrales que fomenten en las mujeres indígenas y mestizas migrantes a la ciudad, con embarazo no planeado y madres solas, su desarrollo humano, libre de violencia y en condiciones de equidad. Y por último, el segundo objetivo específico es brindar información clara, oportuna y culturalmente adecuada a mujeres, varones adultos y jóvenes que les permita evitar situaciones de violencia, riesgo de embarazos no planeados, muerte materna, infecciones de transmisión sexual, prostitución y trata de personas.